¿Y si en vez de planear tanto voláramos un poco más alto?

- No entiendo como los humanos no miráis nunca el Sol.
- Es fácil.Si lo hacemos,se nos queman las córneas.
- Pues os perdeis algo increible...
- Nos perdemos muchas cosas.Estamos demasiado ocupados con lo urgente,para darnos cuenta de lo importante.Y la luz,la libertad de poder respirar,los pasos que damos,nada tiene valor.Nos creemos con derecho a pronunciar las palabras equivocadas,a bailar con la rutina,y nos olvidamos de ser felices...
- Debe de ser muy triste vivir así...
- Sí,pero ahora, silencio,el loco va a hablar.

martes, 3 de mayo de 2011

Clases de vuelo.

 

Voy a serte sincera. Llevo tanto tiempo sin escribir que mis dedos han perdido fluidez, y no hago más que esbozar palabrería absurda.
Me gustaría contarte un secreto. Ya sé que los secretos se deben guardar bajo llave, pero llega un momento en el que, si no hablas, algo en tu interior se rompe, y salen más y más lágrimas hasta que te deshidratas, si no te ahogas antes.
Pero cómo, cómo puedo decirte todo esto, si todo esta en contra de que lo haga. El chico que ahora ocupa tu lugar, los besos que no son así, tan…inexplicables y etéreos. Nuestras bromas secretas, los roces disimulados de pupilas. La lluvia baña el suelo de Valencia, esas calles que esconden para siempre nuestra historia.
Vivíamos escondidos en las alcantarillas, a oscuras me aprendí cada pliegue de tu piel. Tu voz ya no suena como antes, sin ese acorde inexistente que manejabas a la perfección.
Nada ha vuelto a ser igual, solo contigo mi desnudez era algo natural, y me tapaba con tu saliva, sin este frío interminable que no me deja respirar, que siempre invade mis pocos metros cuadrados, y solo deja escarcha y carámbanos de hielo.
Y luego, la luz del día era insoportable. Dejé de tolerarla, y me exponía al sol poco a poco, intentando acostumbrarme de nuevo a algo que no fueran tus brazos, los ojos cerrados, intentando escapar del sueño y sentir un poco más, pegarme a ti, hasta hacernos siameses en esa descomunal cama que no llenabamos con carne, solo con sueños y palabras infinitas.
Todo, y después nada. Como siempre.
Pero quién puede obligarme a olvidar, si fue tan mágico. Forma parte de mí, como las baladas de Sinatra que escuchábamos escondidos en algún mundo paralelo.
Nunca, jamás, en absoluto. Somos únicos, eternos. Puedo escribir sobre ello una y otra vez, y en mil años todavía seré capaz de encontrar adjetivos nuevos con los que definirnos. Pues nada se aproxima a nada.
Y qué decir de los libros, las poesias de Benedetti que solo tú entendias, y solo tú recordabas. Me enseñaste a volar y yo me dejé hacer, y cada noche, lección nueva de vuelo.
Me despegaba lentamente del suelo, primero con pasitos cortos hacia arriba, y luego me acostumbraba a la sensación de estar flotando. Eramos aire, habiamos nacido para ello.
Me seguias, y luego acelerabas, me cogias de la mano y pronunciabas mi nombre con B. Luego se te olvidaba hasta el tuyo, y no sabias ni quién eras. Y solo a ti se te retorcian los dedos de los pies cuando acariciaba tu ombligo.
Ahora soy una polilla, buscando de noche en noche a algún vampiro extraviado que sepa cómo y dónde me siento mariposa.
Debimos haber parado a tiempo. Nunca funcionan las relaciones de pasillos interminables y luces y apagones, y clases de engaños amorales, cuando mentíamos y el morbo que daba tener a todo el mundo bajo el ala hacía crecer aquello que nos unía. El amor no existe. Pues entonces, fueron imaginaciones mías.
Eras mi profesor de vuelo. Y yo volaba y tomaba apuntes, y tu me hacias sentirme más adulta y experimentabas conmigo como si fuera un patético conejillo de indias. Y yo aprendía, y me dejaba engañar por tus alas enormes que escondian algo que no tardé en aprender.
Es jodidamente genial vivir en un mundo imaginario, creer que sientes algo, y sentirlo, y pensar que no solo es contacto cuerpo contra cuerpo, sino que vuestras almas, joder, otra vez las almas, estan en contacto, y hacen exactamente lo mismo que nosotros bajo la manta, pero varios metros más arriba, en otra dimensión. Pues hay muchas. La nuestra, la que podríamos haber alcanzado si hubiesemos seguido con las clases de vuelo, y la verdadera.
Ahora, estoy en esta última. No por mucho tiempo, te lo prometo. Encontraré a otro profesor, mejor que tú, espero. Pero esta vez no volaré. Me arrastrare por la tierra, y comeré bichos bola, y me revolcaré por el barro y la hierba. Ya no hay alas. Y es algo que no voy a recuperar, pues por mucho que lo intente, la polilla se ha convertido en un simple insecto más. Adios, nubes, hola avestruces.
Pero bueno, mi secreto es que ya no t` estime. Porque olvidarte, no. Y dejar de pensar en ti, tampoco. Pero sí puedo extirparte de mi corazón, o interrumpir la reacción química que me atrae hacia ti a base de alcohol y hostias. Y eso hago, beber y hacerme daño. Como si no doliese lo suficiente tener que caminar con los pies.
Tal vez te siga necesitando, pero no de esa manera.  Pero tú, y un montón de plumas apiladas en la estantería, sois el único hilo que me une a aquello. A ese pasado tras el cual cerré la puerta para siempre.
A quien quiero engañar. Para siempre, no.

1 comentario:

  1. Descorazonadora clase de vuelo, espero que lo puedas remontar pronto.

    Un besazo!!!

    ResponderEliminar